Halloween: orígenes, disfraces y juegos de rol

Se acerca la noche de Halloween, que es, para mi gusto, una de las festividades más pintorescas y bonitas del año. Aunque muchos la vean (erróneamente, como se verá) como una moda comercial importada de EEUU, el fondo cultural de la misma es mucho más rico de lo que parece, y da pie tanto a celebraciones como a argumentos roleros.

Vamos a darle un buen repaso.

Los orígenes: el Samhain.

El Samhain es una festividad de origen celta en la que se celebraba el final de la temporada de la cosecha, así como el paso de la estación luminosa (lo que equivaldría a la primavera y el verano) a la estación oscura (otoño e invierno), con lo que podría considerarse como la fecha de Año Nuevo celta.

Inicialmente no se trataba de una fecha concreta, sino que correspondía con la luna llena más cercana entre el equinoccio de otoño y el solsticio de invierno. De ahí viene el nombre, pues serían «las tres noches de Samonios», siendo Samonios el nombre del mes correspondiente con la lunación de octubre-noviembre.

Durante el Samhain, los celtas creían que el velo entre nuestro mundo con «el Otro Mundo» se hacía mucho más tenue, y eso provocaba que muchos espíritus (benévolos y malvados) pasasen a través. Así, la gente tenía diversas costumbres:

  • A los espíritus benévolos (como los ancestros familiares), se les agasajaba e invitaba a comer, dejando en ocasiones comida en la calle.
  • A los espíritus malvados se les intentaba alejar, y para ello se utilizaban máscaras y trajes, con el propósito de evitar ser dañados, y se tallaban nabos y calabazas con formas horrendas, metiéndoles una luz dentro, para ahuyentarles.

Posteriormente, como parte de la estrategia de la Iglesia para cristianizar determinadas festividades paganas muy arraigadas, se pasó la festividad de Todos los Santos (que anteriormente se celebraba en primavera) al día 1 de noviembre, unificando todas las tradiciones. De ahí el nombre de Halloween, que viene del inglés All Hallows Even, o víspera de Todos los Santos.

Lógicamente, con el paso del tiempo y la distinta evolución de los diversos pueblos, las tradiciones culturales han ido cambiando. Lo que nos llega como una avalancha desde EEUU en películas, series, y demás, no son más que evoluciones exportadas allí por los emigrantes irlandeses. El famoso «truco o trato» no es más que un error de traducción, pues siendo el original trick or treating, el significado real sería «travesura o trato», donde travesura sería más bien putada, representando la vieja leyenda por la que los espíritus malvados maldecían la casa y sus habitantes si no llegaban a un trato con ellos. Los disfraces ya están explicados, así como las calabazas decoradas.

Mención aparte merece la leyenda irlandesa de Jack O’Lantern, tal vez la más popular que nos ha llegado hasta nuestros días, y que está directamente relacionada con el tema de las calabazas luminosas y el truco o trato. Animo al lector a googlearlo, pues la leyenda en sí es un cuento muy interesante.

Pero no perdamos de vista que los orígenes de esta festividad son célticos, y así otros pueblos con raíces celtas han desarrollado sus propias costumbres. En España podemos encontrar muchas reminiscencias, como en Galicia, donde se celebra el Samaín, y donde tienen su origen las leyendas de la Santa Compaña y las meigas (por no hablar del famoso conxuro de la queimada); en Asturias, donde también se vacían calabazas y nabos, y donde se celebraba el banquete de difuntos e incluso, en algunos pueblos, se iba a comer a las tumbas, tradición ésta que se exportó igualmente a México (aquí tenéis más información), y con leyendas como la güestia; y en muchas otras localidades, con sus propias tradiciones populares.

El caso es que los elementos característicos de esta festividad son más o menos comunes a todos los pueblos: la noche, fantasmas, espíritus, brujas, disfraces y máscaras, luces y linternas, calabazas o nabos vaciados y tallados, y recordatorio de los fallecidos. Y como elementos inequívocamente asociados, los colores de la noche y del otoño.

Halloween en el mundo del rol

Resulta evidente que los juegos de rol están impregnados de toda esta herencia cultural. Pero más allá de la presencia de vampiros, brujas, fantasmas, demonios y espíritus varios, la propia festividad da lugar a aventuras perfectas para cualquier juego con una ambientación histórica o fantástica medieval, quedando fuera tal vez sólo los juegos con temática futurista.

Sin duda hay juegos especialmente aptos para disfrutar de todo el ambiente de Halloween. Vampiro, Ars Magica, Akelarre, o sin ir más lejos, el Ragnarok (del que hablábamos hace poco), son marcos perfectos para una buena partida.

En la Biblioteca podéis encontrar una aventura de mi propia cosecha para Ars Magica, ambientada en la Irlanda del s. XIII. Espero que os guste.

Si no protesto, reviento

Un momento, ¿qué pasa aquí? ¿Ésta no es la sección de despotrique particular de Brottor (y ocasionalmente de sus colegas)? Pues sí, claro que sí.

El año pasado por Halloween vi a un fulano disfrazado de romano por la Gran Vía madrileña. El disfraz estaba bastante currado, debo reconocerlo, además era una noche fría y el tipo iba sin abrigo ni nada (probablemente bien cargadito de sustancias etílicas, o sea, bien caliente por dentro), con lo que le reconozco cierto mérito. Pero de romano. No de romano zombi, ni de romano fantasma, ni siquiera de romano vampiro. De romano.

Lo que me vino a la cabeza en ese momento fue «¿pero qué hace este idiota?». Ganas me dieron de darle una charla con todo lo que he escrito aquí, para que supiese que estaba haciendo el ridículo, o en su defecto, como no me iba a hacer ni caso, darle un buen sopapo.

No me cabe ninguna duda de que el pobre tipo creía estar siguiendo la moda estadounidense de disfrazarse «de lo que sea», perdiendo completamente el origen cultural de la festividad, y confundiéndola de forma peligrosa con otra festividad que no tiene absolutamente nada que ver, como es el Carnaval.

Lo cual me lleva a un despotrique más generalizado contra los yankees. Entiendo que, como país que tiene poco más de dos siglos de historia, y siendo primera potencia mundial en muchos aspectos, se afanen en reivindicar como propios determinados conceptos. A fuerza de repetirlo una y otra vez, idiotas como el romano en cuestión se acaban creyendo que Halloween es una fiesta estadounidense. Al fin y al cabo, el caso de Halloween no deja de ser una herencia que llevan en su adn cultural, y como tal, tienen tanto derecho como cualquiera a celebrarla. Además creo que hay que agradecer toda esta avalancha mediática, pues no deja de impulsar un resurgimiento de estas costumbres.

Pero creo que desvirtuar de esta forma una festividad con unas raíces culturales tan profundas hace un flaco favor a cualquier pueblo. No hace mucho leía en una entrevista a una maestra estadounidense que reside en España, cómo la misma fue disfrazada de vaquera a clase, cómo sus alumnos (dejándose llevar por una reminiscencia cultural de su subconsciente) se rieron de sus pintas, y cómo ella, indignada, explicaba que «es una fiesta estadounidense y allí lo celebramos disfrazándonos de cualquier cosa, no sólo de cosas que dan miedo».

A mí no me gusta especialmente disfrazarme, aunque no he tenido problema en hacerlo cuando la ocasión lo ha requerido, ya fuese en Halloween o en Carnaval. Pero lo que sí tengo claro es que Halloween es una noche de espíritus, fantasmas, vampiros, brujas, y recordatorio de los difuntos; es una noche de magia y de miedo, no de hacer el payaso. Es una noche perfecta para contar historias a la luz de las velas, para jugar al rol reviviendo estas leyendas, para comer pastel de calabaza, para hacer un concurso de disfraces (de temática adecuada), o para disfrutar de una buena queimada con los amigos.

Por eso me revientan los listillos que han visto muchas pelis y muchas series pero no tienen ni idea de qué va el tema, los yankees que reivindican como propio (y encima pervierten) algo que no lo es, y a los escépticos que mandan a paseo todo lo que tenga que ver con esta fiesta por ser «un producto comercial que nos impone El Corte Inglés y el imperialismo de los EEUU», cuando no deja de ser algo muy nuestro, rico y maravilloso.

Ya sé que en el artículo dedicado al Cosplay con el que empecé en esta sección, mi despotrique fue similar, indignándome (tal vez en exceso) cuando veo cómo se pierde la esencia de las cosas. Qué le voy a hacer, no puedo evitarlo, me disculparéis (o no), pero es que ya estoy viejo para esto.

12 comentarios en “Halloween: orígenes, disfraces y juegos de rol”

    1. ¡Uau! Me ha encantado. Aviso, está en bable, aunque la mayoría lo entenderá perfectamente.
      Interesante página, por cierto, me la guardo para visitar de vez en cuando.

    1. ¡Uau! Me ha encantado. Aviso, está en bable, aunque la mayoría lo entenderá perfectamente.
      Interesante página, por cierto, me la guardo para visitar de vez en cuando.

  1. ¿Y qué me decís de la versión putilla de cualquier disfraz? Un clásico de toda fiesta de distraces…

    Por cierto, este año ojito, que va a haber HarleyQuinns hasta en la sopa.

  2. ¿Y qué me decís de la versión putilla de cualquier disfraz? Un clásico de toda fiesta de distraces…

    Por cierto, este año ojito, que va a haber HarleyQuinns hasta en la sopa.

  3. Absolutamente de acuerdo, como casi siempre en esta sección.

    Además añado que tampoco acepto como disfraz de Halloween un disfraz normal con cuatro pintarrajos en la cara que lo conviertan en «lo que sea zombie».

    O vas de zombie o de vaquera (y en ese caso, espera al Carnaval), pero de vaquera zombie… ¡vete a tomar por saco!

  4. Absolutamente de acuerdo, como casi siempre en esta sección.

    Además añado que tampoco acepto como disfraz de Halloween un disfraz normal con cuatro pintarrajos en la cara que lo conviertan en «lo que sea zombie».

    O vas de zombie o de vaquera (y en ese caso, espera al Carnaval), pero de vaquera zombie… ¡vete a tomar por saco!

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