Acabamos de celebrar el 50º aniversario de Star Trek. Pues sí, amigos, hace medio siglo, concretamente un 8 de septiembre, fue emitido el primer capítulo de una saga que ha dejado su huella en la cultura. Tal evento merece su propio artículo dedicado, pero no será éste, pues hoy vengo a hablar de cómo dicha huella cultural no siempre recibe el trato adecuado.
El otro día fui a cenar con mi señora (lo siento chicas, este enano ya está pillado) a cierto restaurante madrileño, cuyo nombre no revelaré. Antes de empezar a despotricar, vaya por delante que cenamos estupendamente: los camareros fueron solícitos, amables, y ágiles en su cometido, pese a que el restaurante estaba lleno, y la comida estuvo bastante rica; el único pero que puedo ponerle es que de precio me pareció un poco alto, aunque nada fuera del rango habitual en restaurantes de este tipo de franquicias.
El caso es que en el restaurante en cuestión había el siguiente adorno (por llamarlo de alguna manera):
Imagino que más de uno de vosotros se habrá sentido igual de insultado que yo, en cuyo caso podéis dejar de leer y estáis invitados a la siguiente ronda en la Taberna.
Para los que no hayan sentido ofensa alguna, os explico la cantidad de cosas que me hicieron indignarme profundamente, resumidas en dos motivos.
1- No podían encontrar un adorno más cutre
Se ve que el presupuesto para el citado adorno no debía de pasar los 5€, incluyendo los gastos de transporte. La careta de C3-PO se veía a la legua que era de la tienda de los chinos. El supuesto sable láser, torcido y con un color azul-enfermizo incomprensible, también denotaba una calidad similar a la anterior careta. La nave Enterprise, además de ridículamente pequeña en comparación al resto de adornos, tenía faltas de detalle notables. Tan sólo el phaser daba un poco el pego, aunque fuese muy distinto del modelo original.
La colocación de los cuatro elementos no tenía sentido alguno, evidenciando la falta de gusto del decorador. Están colgados sin ton ni son, supongo que cubriendo el expediente. Especialmente sangrante es el celo con el que se sujeta el extremo torcido del sable.
Pero la gravedad del asunto, la ofensa para el fan que, con toda la ilusión del mundo, agradece encontrar recordatorios de sus temáticas favoritas, no se encuentra en la foto, sino en la comparación con una pared situada al otro lado del ventanal que se ve a la izquierda. En dicha pared (siento no aportar foto) había una plétora de adornos de temática variada, en su mayoría cinéfila, con una calidad infinitamente mayor: una imagen de Marilyn Monroe a tamaño real y con resolución razonable; un Delorean de Regreso al futuro que daba bastante el pego; un cartel de la película El resplandor correctamente enmarcado (sólo el marco debió de costar más que los cuatro adornos frikis de la foto); una estatua de Super Mario de unos 30 cm de alto, bien tallada y a todo color; un muñequito de los Marshmallows (el michelín que aparece en Los cazafantasmas)… En definitiva, una serie de adornos que a buen seguro debieron costar lo suyo, sin ser artículos de lujo, pero sí adornos de calidad que cualquiera de nosotros colocaría orgulloso en la estantería de su salón.
¿Por qué ese agravio comparativo? ¿Por qué esa manifiesta falta de calidad en los adornos correspondientes a Star Wars y Star Trek, cuando se ha invertido un buen dinero en adornos de otras películas que, con toda seguridad, tienen bastante menos popularidad? Digo más, ¿por qué en la pared de los adornos hay todo tipo de elementos, pero los cuatro adornos frikis descansan en una patética zona de pared entre dos ventanales, una zona residual, apartada del núcleo del resto de adornos?
La sensación que tuve entonces, y que sigo teniendo ahora, es que los adornos frikis son adornos de segunda, son cosas que «sólo interesan a los raritos de turno, y no al público general que viene a cenar a nuestro restaurante».
2- Mezcolanza absurda e incompatible
Star Trek NO ES Star Wars. Y viceversa. Es más, no tienen nada que ver una cosa con la otra. Que ambas sagas estén englobadas dentro del género de la ciencia ficción es sólo una cuestión de clasificación. Blade Runner, Terminator, Aliens también lo son, y todo el mundo tiene claro que no tienen nada que ver entre sí, ¿verdad?
De hecho, como cualquier fan sabe, son dos elementos rivales e incompatibles. Los fanáticos muy fanáticos de una saga no soportan la otra, habiendo cierta animadversión entre unos y otros.
Personalmente no llego a esos extremos y disfruto con ambas sagas, aunque tiro más hacia Star Wars. Es decir, disfruto viendo las películas de ambas (y la series, y jugando a videojuegos, y sobre todo jugando al rol), y lógicamente hay cosas que me gustan y cosas (muchas cosas) que no, en ambas sagas. Y puedo entender que haya a quien le guste sólo una, o a quien le gusta más una que otra, o incluso que no le guste ninguna (no, esto no lo entiendo, la verdad). Pero por favor, ¡por favor!, no se pueden mezclar, igual que no se mezclan la pepsi con la cocacola, o el colacao con el café, o Tintín con Astérix, o Juego de Tronos con El Señor de los Anillos.
El caso es que viendo la composición de adornos en la pared del restaurante no pude evitar pensar en la persona que los colocó allí. ¿En qué coño estaría pensando? ¿Que como son cosas de películas que empiezan por Star tienen que ir juntas? Menos mal que no encontró nada de Stargate, o de Starcraft, o de Galáctica (que no empieza por Star, pero seguro que lo habría metido en el mismo saco) o que no le llegó a las manos un muñeco de Star Lord (aunque probablemente no habría sabido quién es tampoco).
¿O pensaba tal vez que son frikadas que les gustan a los frikis (leer ambas palabras con tono de asco) y por tanto hay que ponerlas juntas, si es posible lejos del resto de adornos, no sea que los vayan a contaminar? Probablemente, de ser este caso, el susodicho decorador no supo catalogar el Delorean, pensando seguramente que sería el coche de una película de carreras.
La insoportable soledad del freak
Es en momentos como éste en los que me siento absolutamente solo en medio de un montón de gente «normal». Lo peor del tema es que cuando me levanté de mi asiento para hacerle la foto a los cuatro malditos adornos, las miradas de la gente que me rodeaba parecían querer decir «mira este friki, se ve que le han gustado las cuatro tontadas que están en esa pared», incluso estoy seguro de que el jefe del restaurante habrá pensado, con orgullo, que su maravillosa gestión de la decoración ha dado buen resultado. Un cliente satisfecho más. ¡Pues no!
Afortunadamente tengo mi propio blog en el que descargar mis iras ante una situación de evidente incomprensión. Porque no hay justificación alguna para esa composición decorativa (por llamarlo de alguna manera), porque en aquel restaurante yo parecía la única persona indignada (sin duda lo era), y porque la base de todo el problema es que la persona que decidió colocar semejante sinsentido en la pared no dedicó ni medio minuto a documentarse acerca de lo que estaba colgando.
O tal vez el problema, lo reconozco, sea que soy un gruñón y que estoy viejo para esto.
Te apoyo totalmente en la indignación… y especialmente en la mezcla. Si no tienes más espacio, elige una de las dos sagas y compra mierda en el chino. Pero no mezcles.
Te apoyo totalmente en la indignación… y especialmente en la mezcla. Si no tienes más espacio, elige una de las dos sagas y compra mierda en el chino. Pero no mezcles.
Entiendo tu enfado pero hay que matizar:
Para mí es peor el punto 1 que el 2. Siempre tendemos a catalogar las cosas, desde la taxonomía a los libros de una biblioteca, y como tal es inevitable que en la misma estantería del videoclub (esto queda bien en la sección ¿no? por lo de viejuno) encontrásemos tanto Star Wars como Star Trek, incluso si me apuras Enemigo mío o Exploradores tendrían su hueco. Ahora bien, no puede haber decoración más cutre, es acojonante, parece hecho a posta. Con la cantidad de merchandising de ambas franquicias que hay ahora hay que ser lerdo para no darte cuenta de que esto es ofensivo.
Te voy a decir una cosa Bottor: estamos de moda, pero desgraciadamente algunas personas nos ven como a un grupo al que hay que integrar es su modélica sociedad y ahí brota uno de los problemas. ¡Dejádnos ya, joé! Que siempre hemos estado muy a gusto. Palabra de Viejornaer.
Acepto películas de SW y ST en la misma estantería de una tienda o videoclub, siempre y cuando haya una justificación como un orden alfabético o similar. O sea, juntas pero no revueltas. En el despropósito que se ve en la foto, los adornos están juntos, revueltos, y encima son horrendos. Lo que tú dices, la cutrez parece a propósito.
Entiendo tu enfado pero hay que matizar:
Para mí es peor el punto 1 que el 2. Siempre tendemos a catalogar las cosas, desde la taxonomía a los libros de una biblioteca, y como tal es inevitable que en la misma estantería del videoclub (esto queda bien en la sección ¿no? por lo de viejuno) encontrásemos tanto Star Wars como Star Trek, incluso si me apuras Enemigo mío o Exploradores tendrían su hueco. Ahora bien, no puede haber decoración más cutre, es acojonante, parece hecho a posta. Con la cantidad de merchandising de ambas franquicias que hay ahora hay que ser lerdo para no darte cuenta de que esto es ofensivo.
Te voy a decir una cosa Bottor: estamos de moda, pero desgraciadamente algunas personas nos ven como a un grupo al que hay que integrar es su modélica sociedad y ahí brota uno de los problemas. ¡Dejádnos ya, joé! Que siempre hemos estado muy a gusto. Palabra de Viejornaer.
Acepto películas de SW y ST en la misma estantería de una tienda o videoclub, siempre y cuando haya una justificación como un orden alfabético o similar. O sea, juntas pero no revueltas. En el despropósito que se ve en la foto, los adornos están juntos, revueltos, y encima son horrendos. Lo que tú dices, la cutrez parece a propósito.
Fíjate que yo creo que estas blasfemias son consecuencia de la… «mainstreamización» de lo friki. Antes sí que estábamos en un gueto, mirados como bichos raros, pero vivimos en unos tiempos en los que se han normalizado mucho más nuestras aficiones, series y películas, y así como hay mucha gente nueva que se ha subido al carro para bien, con curiosidad y ganas de descubrir un nuevo mundo, hay quien no acaba de entender de qué va esto o, peor, hace cosas tan burdas como la foto que comentas para intentar demostrar que sí, que él también es «friki», y que mola… con la única excusa de buscar un beneficio, claro.
Es un poco como el típico producto de Hollywood que se cree que puede hacer un nuevo Señor de los Anillos, o un nuevo Star Wars, sin conocer bien el tema y sin tener un buen material de partida. Luego sale lo que sale (y no voy a dar nombres)…
Recomiendo una terapia de inmersión en su serie/peli/juego favorito para quitarse el berrinche, amigo Brottor…
«Mainstreamización», me encanta el palabro, ¡dilo 3 veces seguidas! 😀
Blasfemia es un calificativo que me ha faltado en el artículo… Bueno, tomo nota del buen consejo, pero el berrinche ya pasó, nada que no pueda solucionar una buena pinta.
Fíjate que yo creo que estas blasfemias son consecuencia de la… «mainstreamización» de lo friki. Antes sí que estábamos en un gueto, mirados como bichos raros, pero vivimos en unos tiempos en los que se han normalizado mucho más nuestras aficiones, series y películas, y así como hay mucha gente nueva que se ha subido al carro para bien, con curiosidad y ganas de descubrir un nuevo mundo, hay quien no acaba de entender de qué va esto o, peor, hace cosas tan burdas como la foto que comentas para intentar demostrar que sí, que él también es «friki», y que mola… con la única excusa de buscar un beneficio, claro.
Es un poco como el típico producto de Hollywood que se cree que puede hacer un nuevo Señor de los Anillos, o un nuevo Star Wars, sin conocer bien el tema y sin tener un buen material de partida. Luego sale lo que sale (y no voy a dar nombres)…
Recomiendo una terapia de inmersión en su serie/peli/juego favorito para quitarse el berrinche, amigo Brottor…
«Mainstreamización», me encanta el palabro, ¡dilo 3 veces seguidas! 😀
Blasfemia es un calificativo que me ha faltado en el artículo… Bueno, tomo nota del buen consejo, pero el berrinche ya pasó, nada que no pueda solucionar una buena pinta.