Ya os conté que en la reciente Game On Madrid 2017 tuve ocasión de probar varios juegos de mesa, y os anunciaba que poco a poco iría reseñándolos.
Pues aquí tenéis la primera reseña: Fantasía S.A.
Fantasía S.A.
Se trata de un juego de cartas que nos recuerda poderosamente al Munchkin. En esta ocasión, los jugadores llevan el papel de un esforzado caballero andante, que harto de rescatar princesas y matar dragones sin llevarse recompensa alguna, ha decidido buscarse un patrocinador.
La mecánica es muy sencilla: durante su turno, el caballero se enfrenta a una hazaña de mayor o menor dificultad, a elegir entre las que están disponibles. Puede ser derrotar a determinado personaje en combate, o recoger un objeto.
Para superar la hazaña, debe sacar su valor de dificultad tirando y sumando 2D6, a los que les aplica modificadores por cartas de equipo, de estilo, etc. Si se supera la hazaña, el jugador podrá cobrar la recompensa en oro (que sirve para comprar más equipo) o en renombre (que sirve para adquirir patrocinadores en forma de heraldos, materiales y servicios). Y si no se supera, se aplica lo que la hazaña indica en el apartado de fracaso, que puede ser desde perder equipo o patrocinadores, hasta irte al hospital a recuperarte de tus heridas.
Por supuesto el resto de jugadores puede influir con sus propias cartas en hazañas ajenas (por lo general puteando al caballero en cuestión). Aquí está la salsa del juego, como es habitual: las risas están garantizadas con la inesperada intervención de los jugadores… siempre y cuando el caballero objetivo se lo tome con humor, claro.
Ya está, no tiene más, gana el jugador que consiga antes un determinado número de patrocinadores (en función del número de jugadores).
El juego es de 2008 (ya ha llovido) pero yo no recuerdo haberlo visto en tiendas ni haber oído hablar de él. De hecho al probarlo en el Game On creí que se trataba de una novedad; ha sido al investigar un poco sobre él cuando he salido de mi error.
Lo mejor de Fantasía S.A.
El tono de humor
Se trata de una enorme parodia de las historias de caballeros andantes, muy al estilo de Shrek. Las cartas son divertidas, no sólo en las ilustraciones sino también en el concepto.
Por ejemplo, tenemos como hazañas recoger el calcetín izquierdo del rey, una capa invisible (lógicamente sin ilustración) o un cetro de 847 partes; o derrotar a un dragón-mech de la muerte (con lanzamisiles y todo) o a tu gemelo malvado. O como cartas de eventos, la carta «No, no, tú primero», que empuja a otro héroe a enfrentarse a la hazaña, o la carta «¡No soy zurdo!», que emula la famosa escena de Íñigo Montoya permitiendo repetir una tirada fallida (por favor, si no sabes de qué escena hablo, hazte un favor y visualiza YA La princesa prometida).
La agilidad del juego
Se aprende en 2 minutos y la cosa va rápida. Como suele ocurrir, si se da el típico jugador que ralentiza la partida con parálisis por análisis, el tema se vuelve más aburrido. Pero por lo general los turnos son rápidos y las partidas terminan pronto.
La aleatoriedad
Aunque yo soy un jugador al que no le suele gustar el factor suerte en los juegos, en este caso lo veo como un acierto. Porque la esencia de las hazañas es realizar una apuesta: veo las hazañas disponibles y escojo la que mejor me convenga en función de mis posibilidades, pero nada me garantiza que consiga la hazaña más sencilla (un doble 1 siempre es un fallo) aunque vaya hasta arriba de equipo, y por el contrario, puedo ir sin nada y enfrentarme a una hazaña de nivel 12, que con un doble 6 la puedo lograr.
Le da gracia al asunto porque permite que los jugadores se lancen más a lo loco, que al final es lo divertido de esto.
Lo peor de Fantasía S.A.
No hay demasiadas cartas
Teniendo en cuenta que el principal atractivo es el chiste en las mismas, una vez has jugado una partida y visto el contenido completo del mazo de cartas el resto de partidas pierde interés inevitablemente.
Supongo que la intención inicial era que hubiese varias expansiones para este juego, pero éstas no han llegado a salir.
Recuerda constantemente al Munchkin
La mecánica es muy parecida. En el Munchkin abres una puerta para enfrentarte a un monstruo; en Fantasía S.A. te enfrentas a una hazaña (aunque puedas escoger entre las que están disponibles). Y en ambos casos el enfrentamiento consiste en superar su dificultad a base de cartas, aunque en Fantasía S.A. haya una tirada. Al superarlo, te vas equipando, y subes de nivel / consigues patrocinadores.
¿Por qué es esto malo? Pues porque si te gusta el Munchkin, entonces… ¡juega al Munchkin! Que es más completo y tiene más expansiones. En lo único en que Fantasía S.A. gana es en el hecho de que las partidas suelen ser más cortas. Y si no te gusta el Munchkin… entonces este juego tampoco te va a gustar.
De hecho, los juegos son tan similares que comparten el mismo problema…
Al final, gana el que juega cuando el resto ya no tiene cartas para putear a los demás
Los jugadores interactúan entre sí de la misma forma: fastidiando con sus cartas, sobre todo, al jugador que vaya ganando. Esto da pie a que algunas partidas sean demasiado largas, cuando los jugadores van tan cargados de cartas que nadie es capaz de afrontar las hazañas decisivas para ganar.
La situación sólo se desbloquea cuando un jugador está en buena posición para ganar y el resto no dispone de las cartas necesarias para impedirlo.
O dicho de otra forma: cuando los jugadores saben de qué va esto (o sea, en la segunda partida) es inevitable que la cosa se alargue demasiado y que gane el que tenga la suerte de que ya se haya gastado toda la artillería contra el resto de jugadores, una sensación que al final es algo frustrante.
Resumiendo
Un filler de manual: partidas rápidas y mecánicas sencillas. En media hora da tiempo de sobra a explicar el juego y echar una partida.
Como tal, es divertido y cumple su función, pero no esperéis un gran juego. Hay alternativas mucho mejores.
![](https://www.tabernadebrottor.com/wp-content/uploads/2018/01/428px-Eric_Lang_-_Lucca_2017.jpg)
Un juego de Eric M. Lang
Creo que merece la pena dedicarle unas líneas a este autor, aunque éste no sea ni de lejos su mejor juego. Eric M. Lang es un prolífico creador de juegos de mesa, responsable de la existencia de títulos como el Blood Rage, el Bloodborne (del que hablaré próximamente), o el Dice Masters, sólo por mencionar unos pocos.
Estos juegos pueden gustarnos más o menos, pero no cabe duda de que le debemos a este tipo un buen puñado de horas de diversión.
Sus méritos no pasan desapercibidos en la industria, pues ganó el premio a la excelencia en juegos Diana Jones en 2016, que es algo así como el Óscar de los juegos de mesa. No en vano se ha convertido en marzo del 2017 en director de diseño de juegos de la prestigiosa Cool Mini or Not. Ahí es nada.
Así que habrá que esperar que nuevos proyectos nos trae el que, sin duda, es uno de los gurús en el sector. Sin ir más lejos, atención al inminente Juego de tronos, que está en Kickstarter y tiene pintaza; por lo que se ve en el vídeo, va a ser un wargame sencillito con unas minis chulísimas. Ya veremos.
Para mí la mayor (única, mejor dicho) decepción del Game On Madrid.
Conste que no me importa un poco de toma y daca entre jugadores en los juegos, pero esta es de esas mecánicas en que una elaborada combinación de cartas que te ha costado varios turnos planificar y estructurar se ve completamente frustrada por una caprichosa carta que un oponente cualquiera ha robado al azar en su último turno, sin ningún esfuerzo ni razón por su parte. Terriblemente frustrante.
El componente humorístico me da un poco igual, la verdad; obviamente las gracietas pierden interés muy rápidamente, pero ni me estorban ni me aportan gran cosa. Lo que no consigue el humor es desde luego sostener por sí mismo el juego.
A años luz del estupendo Bloodborne también de Eric Lang que habíamos jugado poco antes ese mismo día.
Del Bloodborne hablaremos pronto, seguro 🙂
Para mí la mayor (única, mejor dicho) decepción del Game On Madrid.
Conste que no me importa un poco de toma y daca entre jugadores en los juegos, pero esta es de esas mecánicas en que una elaborada combinación de cartas que te ha costado varios turnos planificar y estructurar se ve completamente frustrada por una caprichosa carta que un oponente cualquiera ha robado al azar en su último turno, sin ningún esfuerzo ni razón por su parte. Terriblemente frustrante.
El componente humorístico me da un poco igual, la verdad; obviamente las gracietas pierden interés muy rápidamente, pero ni me estorban ni me aportan gran cosa. Lo que no consigue el humor es desde luego sostener por sí mismo el juego.
A años luz del estupendo Bloodborne también de Eric Lang que habíamos jugado poco antes ese mismo día.
Del Bloodborne hablaremos pronto, seguro 🙂