Dos historias de héroes reales

Antes de empezar, una confesión: estuve apunto de escribir un artículo como éste en verano del año pasado. Si me eché atrás finalmente fue porque no quería salirme mucho de la temática habitual de este blog.

Pero los hechos recientes me han conmovido. Después de todo, la Taberna también es mi vía de escape, el único lugar en el que puedo expresarme sin más reglas que las que yo mismo me pongo.

Así que me perdonarás, querido lector, si hoy abandono un poco los temas habituales y doy rienda suelta a lo que me sale del corazón, comentando las dos historias de héroes de las que habla (o ha hablado) todo el mundo.

Los héroes de la cueva de Tailandia

Pongámonos en contexto: un equipo de fútbol (los Jabalíes Salvajes) formado por 12 chavales y su entrenador acaban atrapados dentro de una cueva en Tailandia. Cómo coño llegaron a esa situación es algo que sigo sin comprender, pero lo que importa es el hecho en sí: debido a las fuertes lluvias, se quedaron sin salida. Condenados a morir allí, en plena oscuridad.

Cuando fueron encontrados por un equipo de buzos voluntarios se organizó un dispositivo de rescate sin precedentes. La situación era peliaguda: los chavales estaban vivos y cuerdos, gracias al trabajo de su entrenador, que también debió pasarlas muy putas. Había que sacarlos de allí antes de que muriesen de frío, hambre, o mucho peor, ahogados, pues las fuertes lluvias amenazaban con inundar del todo la cueva.

Así que a la complejidad del rescate se unió la presión de hacerlo contrarreloj.

No entraré en detalles porque la historia es de sobra conocida, y si alguien quiere saber más, que acuda a los medios, que para eso están (por ejemplo éste). El resumen es el siguiente: tras una complejísima operación, y 18 días después, lograron sacarles de allí, a un ritmo de 4 personas al día.

Si semejante hazaña fue posible, es gracias a la espectacular intervención de los buzos profesionales, que tardaban 11 horas en ir de la cavidad a la salida. Ahí es nada. Y prueba de la complejidad es el hecho de que uno de esos buzos perdió la vida: Saman Kunan, un buzo retirado de la marina tailandesa.

Os recomiendo que leáis este artículo en el que se relata una de las complicaciones que surgió al sacar a uno de los chavales. Pone los pelos de punta. Os lo resumo si no queréis leerlo: el buzo que nadaba con el undécimo miembro del equipo se soltó de la cuerda guía y no conseguía orientarse por la falta de visibilidad; finalmente pudo volver atrás y proseguir con el rescate.

Participaron 10.000 personas en este rescate, pero para mí, los héroes indiscutibles son los buzos que se metieron allí. Estos héroes se jugaron la vida, y uno la perdió, para rescatar a los Jabalíes Salvajes.

Fue, sin lugar a dudas, una victoria. Con un sabor agridulce, pues uno de los héroes perdió la vida, y no de forma muy agradable precisamente. Ha sido enterrado con honores, los que merece. Pero una victoria, pues se consiguió el objetivo de rescatar a los Jabalíes Salvajes.

Y aquí va un último detalle que yo desconocía: cuando el rescate acababa de terminar, sonaron las alarmas. Una de las bombas de succión del agua falló, y el nivel del agua empezó a subir rápidamente, alimentado por el diluvio que caía fuera. Los últimos miembros de la patrulla de rescate salieron por los pelos.

Si alguien escribe un cómic, el guión de una película, o una novela, algunos pensaríamos que es demasiado fantástica.

Este extraordinario suceso demuestra una lección importantísima, la misma que el siguiente caso (y que comentaré después).

Logo brigada cenrtal de salvamento minero - héroes

Los héroes del pozo de Totalán

En el momento de la publicación de este artículo aún lo tenemos muy reciente. Se sigue hablando en los informativos, pero son asuntos que ya no me interesan. Porque yo vengo a hablar de los héroes.

En este caso de los mineros asturianos. Ya sé que no buscan ningún tipo de reconocimiento, así lo manifiestan cuando los medios les entrevistan. Pero que no lo busquen no significa que no lo merezcan. Es más, creo que este reconocimiento es muy necesario, porque hay que poner en valor lo que hicieron.

Los mineros asturianos (y compañía) rescataron a Julen. Porque sí, el pequeño Julen fue rescatado, de eso no puede haber duda alguna. Los mineros asturianos les dijeron a sus padres que no se iban a ir de ahí hasta que sacasen a Julen, y así lo hicieron. Enseguida profundizaré en este concepto, pero el resultado es que cumplieron con su palabra. Ya fuese con microexplosivos, con martillos neumáticos o a mordiscos, si era necesario, pero harían todo lo necesario para sacar a Julen de donde estaba.

No quiero desmerecen en absoluto la labor del resto de efectivos que estuvieron allí dándolo todo. Espero que nadie me malinterprete, pero para mí los protagonistas de esta historia de héroes son los que bajaron a ese pozo.

Y es que hay que echarle un buen par de huevos para meterse ahí dentro, martillo en mano y máscara en boca, y ponerse a excavar. Me da igual que sea su rutina diaria y que hayan sido entrenados para ello. Yo, que tengo un poco de claustrofobia (no mucho, por suerte) no me imagino bajando por ese túnel. Mucho menos ponerme a picar piedra hasta quedarme sin aliento y pedir el relevo, como los luchadores del pressing catch.

Independientemente de que el desenlace final fuese funesto, hay que hablar de otra victoria. Los mineros asturianos se enfrentaron a la montaña y la derrotaron. Una vez más. Como siempre. Sin sabor a victoria, eso por desgracia es así. Pero la derrotaron. Misión cumplida. Me quito el sombrero.

Ningún minero se queda en la mina

Es un mensaje poderoso. Una variante del clásico «Nadie se queda atrás«. Quiero destacarlo porque es algo muy importante.

Esta divisa es la garantía de que no se va a dejar solo a nadie. Y por eso es sagrada. Es lo que va a pensar cualquier persona al enfrentarse a un desafío peligroso. Es, supongo, lo que piensan los propios mineros al hacer su trabajo: «si algo me pasa, vendrán a por mí, y moverán cielo y tierra (literalmente) para socorrerme».

Así que, si se da la ocasión, hay que arriesgar las vidas que sean necesarias para salvar aunque sólo sea una; lógicamente con toda la precaución posible, pero hay que hacerlo. Es fácil decirlo, sobre todo desde el cómodo sillón de casa viendo las imágenes en televisión.

Los mineros asturianos empeñaron su palabra en algo extremadamente difícil. «Sacaremos a Julen cueste lo que cueste». Huyendo de las cámaras, se les veía pasear por los alrededores esperando su momento de entrar en acción. ¿Y qué queréis que os diga? Creo que nadie dudaba de que lo iban a conseguir. Yo desde luego no lo dudaba. No hablo de esperanza, hablo de la seguridad de que esos tipos humildes y sencillos van a darlo todo. ¿Acaso hay un mensaje más poderoso?

Y esto me lleva al siguiente punto.

¿Quién es el villano?

Siempre he dicho que un héroe se mide por la categoría del villano que le corresponda (aquí podéis leer más del tema). Si no hay villano, no hay héroe.

En el caso de la cueva de Tailandia era la propia cueva, claro. En este caso el villano es la montaña de Totalán. ¿Por qué no? No es necesario que sea una persona con el ceño fruncido y un plan malévolo. Pero si queremos personificarlo, no tenemos más que ponerle un nombre; propongo Montotalán. Es nombre de villano, que acojona, ¿no?

Montotalán ha sido un villano de primera. El muy cabrón atrapó en sus fauces al pobre Julen, le tendió una trampa y ya no lo soltó. Y no contento con eso, Montotalán se resistió todo lo que pudo; usó todas sus argucias y artimañas para ponérselo lo más difícil posible a los rescatadores. Parecía que todos los planes iban a fracasar: si no era una veta de mineral era lo escarpado del terreno, y si no, el inexorable y desesperante paso del tiempo.

Pero los héroes no se rinden, por eso son héroes. Primero los ingenieros, y luego los mineros asturianos, lucharon a brazo partido contra Montotalán. Y al final, Montotalán no pudo retener a su presa.

Héroes de capa y espada… y martillo

En las historias de siempre los héroes llevan capa y espada. Según contexto, podemos cambiarlo por cualquier otro tipo de armamento o equipo destinado a enfrentarse al villano de turno.

Los héroes de las historias de hoy no llevan armas o armaduras… ¿o tal vez sí? Sin duda van equipados para la ocasión. Ya sean trajes de buzo, aparatos para poder respirar (bajo el agua o en un oscuro pozo a decenas de metros de profundidad), o martillos neumáticos. Pico y pala, linterna, arneses, cuerdas…

Las cosas como son: cuando nos vienen a la mente los héroes de las historias que nos gustan, nos entran por los ojos. Los mosqueteros llevan tabardo y espada, los caballeros medievales armadura y mandoble o lanza, los superhéroes llevan trajes más o menos chillones, y los investigadores privados llevan lupa (¿¿??), sombrero y gabardina. Pues bien, los mineros llevan casco, máscara para respirar y herramientas.

Creo que es una imagen muy potente que hay que reforzar si queremos que siga habiendo héroes en el futuro. La imagen de que ser minero mola… aunque sea mentira. Me imagino que cuando un bombero se ve rodeado por las llamas o un policía en mitad de un tiroteo tampoco pensarán que su trabajo «mola». Pero la imagen que dan a los demás sí lo hace. Los niños quieren ser bomberos, policías, astronautas, superhéroes… porque molan.

Os parecerá una tontería, pero he hecho el experimento de mirar qué personajes hay en la Patrulla Canina (un modelo que se meterá en las mentes de muchos niños). Acudo a la wikipedia: tenemos un líder (no me quedan muy claras sus habilidades), un policía, un bombero/médico, un constructor, un especialista en reciclaje, otro en rescates acuáticos, una perrita a la que le gusta volar, un traductor y especialista en biología marina, una experta en rescates de montaña, un chihuahua con un jeep todoterreno, y un perro robot (¡¡¡!!!) que es conductor y piloto. No hay mineros.

Así que en mi opinión es imperativo reforzar esta buena imagen de los mineros de la Brigada de Salvamento Minero. Porque si algo han demostrado es que son muy necesarios.

Hay una petición en change.org para pedir que se conceda el premio Princesa de Asturias a estos mineros. Yo creo que lo que hay que darles son medios para que sigan haciendo su labor, recursos económicos para que puedan entrenar a más gente y tengan todas sus necesidades satisfechas. Pues la desaparición de la mina en Asturias puede suponer también la desaparición de esta Brigada. No obstante, creo que todo apoyo es poco, así que yo ya he firmado dicha petición. Si alguien se merece este premio son ellos.

Entre tanto político inútil/corrupto que aparece en los informativos todos los días, es un gustazo, aunque sea en una noticia tan triste como ésta, sentir orgullo al ver a estos héroes en pantalla.

La lección de estas dos historias de héroes

El mayor general Chalongchai Chaiyakham, comandante adjunto de la tercera región del ejército tailandés, dijo que “la pieza más importante del rescate fue la buena suerte”. Bueno, yo no estuve allí, pero me atrevo a decir que esto es falso.

Si ambos rescates fueron exitosos (aunque haya que lamentar dos muertes) fue debido al trabajo en equipo y al hecho de que nadie se rindió.

Si cada cual da lo mejor de sí mismo y la causa es noble, podemos hacer cualquier cosa. Ojalá lo tuviésemos todos más en cuenta siempre, las cosas irían muchísimo mejor.

Conclusión (el punto friki)

Los jugadores de 7º Mar probablemente tengáis el libro de los Rosacruces. Si no me equivoco, es el único escrito íntegramente por John Wick (de quien ya he hablado en muchos artículos, por ejemplo en éste), el creador del juego. Supongo que se lo reservó para sí mismo porque era especial.

Al final del mismo, John Wick dedica un apartado para ser «el Rosacruz de hoy en día». Demostrando que no es necesario llevar capa y espada para poder comportarse como tal. Dice que entre todas las noticias que aparecen en la televisión, hay a veces una noticia de alguien que ha rescatado a una persona, o a algún animal, o que en definitiva, ha hecho algo extraordinario.

Cada vez que ocurre algo así me acuerdo de dicho texto. Y pienso que soy demasiado viejo (y friki) para esto.

P.D.: suelo acompañar los artículos de fotos para hacer más agradable la lectura. En este caso, el asunto me parece tan serio que no he encontrado ninguna foto que le hiciese justicia. Me quedo únicamente con el emblema de la Brigada de Salvamento Minero, que habla por sí solo.

2 comentarios en “Dos historias de héroes reales”

  1. Gran artículo, gracias por dedicarles un espacio a estos magníficos héroes, que nunca es demasiado el reconocimiento que se les merece. También gracias por enseñarnos que no sólo en nuestras fantasías están los verdaderos héroes, eres un grande por ello.

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